martes, 16 de octubre de 2007

Historias del corral.

Esta es una historia de amor, un amor puro, sincero y desinteresado.
Todo comenzó en un pequeño gallinero en alguna recóndita región de México, donde por azares del destino vio la luz una pequeña gallinita, de rostro alegre (aunque no muy hermoso) y con un tozudo seseo al hablar que nunca se fue; por el contrario, fue dotada de grandes aspiraciones y ansias de grandeza, de una persistencia enfermiza y sobre todo de un gran poder de convencer a los demás para concederle sus caprichos. Martita (así fue bautizada) provenía de una antigua estirpe del gallinero, ayer respetada, hoy venida a menos.
Muy cerca de la cuna de Martita, en medio de gran algarabía llegó al mundo Chentito, un valentón gallo, de porte respetable y personalidad populachera, de una labia que a sus años mozos dejaba ver un futuro promisorio en los asuntos de la granja.
Chentito como Martita, presumía de sus antepasados, que en tiempo presente solo les habían dejado mas penas que glorias por haber comprometido el gallinero a cambio de unos cuantos maíces.
Eran tiempos difíciles en la granja, los primos (una poderosa banda de rufianes) la habían gobernado por muchos años, hundiéndola y levantándola a medias cada 6 soles.
Chentito en su infancia, miraba de lejos las tragedias pensando y soñando en que algún día él podría acabar con el desastre y surgir como el héroe anhelado por las masas de la granja, que su nombre se escribiría con letras de oro en los libros de la historia y sería recordado como el mas grande de los gallos.
El tiempo pasó y aquel gallito dejó de serlo, le crecieron las alas, la frente la adornaba con una masculina cresta roja como la sangre y dos grandes espolones surgieron en sus patas, como listos para la pelea.
Mientras tanto Martita crecía picando por allí, escarbando por allá, en fin, subsistiendo sin pena ni gloria; pero eso si, pendiente de los chismes de la granja. Debido a este noble interés y a través de su inseparable amiga Elbita, llegó a sus oídos la noticia de que en el gallinero vecino un apuesto gallo comenzaba a cantar fuerte, que arremolinaba a los animales a su alrededor y amenazaba con tumbar a los primos. Su mente voló, soñó con algún día encontrar a alguien como aquel gallo y solucionar de una vez por todas sus penurias y tristezas.
Con el paso del tiempo Chentito -azuzado por varios gallos viejos y mas listos que el mismísimo diablo (ya ven que se dice que el diablo sabe mas por viejo que por diablo, pues éstos cumplían los dos requisitos: viejos y mas listos que el diablo), que vieron en él la posibilidad de tomar el poder y apoderarse de los escasos sacos de maíz que llegaban al gallinero- comenzó a creer que su sueño era posible, que su personalidad era tal que era invencible con solo presentarse a la batalla. Los gallos-diablos, le dieron el maíz, le presentaron a los que podían ayudarlo y su labia hizo lo demás… después de incomodar con sus habladas y actos a los primos y luego de una dura pelea en la que la mayoría de los animales lo apoyó, llegó al poder de su gallinero. Lo impensable estaba sucediendo: les había quitado a los primos un cachito de poder.
Viendo que no había sido tan difícil y con relativamente bajo costo apoderarse del gallinero, los gallos-diablos pensaron en grande y voltearon la mirada a algo mas lucrativo: la granja completa. Después de saquear lo que pudieron y tirándole algunos maíces al pueblo, la batalla por algo mejor comenzó, sabían que no iba a ser fácil y que deberían fortalecer la imagen de nuestro héroe con una historia de amor, una de esas que conmoviera al pueblo hasta las lágrimas y que representara la historia de la cenicienta y el príncipe. Por lo que después de una búsqueda en los gallineros cercanos decidieron que nuestra amiga Martita era la adecuada. No es mi intención contarles toda la intrincada red de manipulación y trucos a la que fue expuesto Chentito, pero han de saber que su nobleza (prefiero llamarlo así que con una palabra fea) fue tal, que pensó que realmente se la habían enviado del cielo a su Dulcinea. Los gallos-diablos sonreían, habían dado un paso mas y confirmado que podían hacer lo que quisieran. Ahora estaban listos, ¡Vamos por la grande!
Reforzado con Martita, quien dicho sea de paso, se encargaba de arreglar sus constantes metidas de pata al hablar del gallo-héroe (Chentito) la pelea comenzó. Hubo jalones de cresta, patadas a las zonas bajas, picotazos al ojo y toda clase de artes de mercado de pueblo, pero al fin nuestro gallo-héroe consiguió lo que nadie pudo antes: reinar la granja sin pertenecer a los primos.
El día en que todo se consumó, los gallos-diablos organizaron tal reventón, que sus cantos animados por el etilo llegaban hasta el mismísimo cielo. No era para menos, ya no serían unos cuantos sacos de maíz, sería la milpa completa.
Al tener el poder el gallo-héroe se sintió en un sueño, y se comportó como si estuviera en uno: habló, pidió, movió, peleó, pero sobre todo pensó que si algo salía mal solo tenía que despertarse para comenzar de nuevo. Ingenuo, noble o hasta torpe serían los calificativos para él, pues mientras jugaba a dirigir la granja los gallos-diablos saqueaban y despellejaban a cuanto se le ponía enfrente. Martita, harta de ver pasar las riquezas y de no estar conforme con vivir en el sueño de Chentito decide tomar al caballo por las riendas (o al gallo por la cresta, como usted prefiera) y convertirse ella en la presidenta legítima. Utilizando sus habilidades por años cultivadas y ocultas hasta ahora, toma el poder sin derramar una gota de sangre y ni una sola lágrima. Todo fue fácil, Dulcinea era mas gallo que El Quijote.
Plumas de colores, pomposas zapatillas de diseñador, viajes a las granjas vecinas, toallas de las telas mas finas, aromas traídos de lejanas tierras, etc. pasaron a formar parte de la vida cotidiana de Martita y era pagado por los demás, así tenía mejor sabor.
Pero la historia no paró ahí, inteligente como era, se dio cuenta que esto duraría 6 soles y después quedarían como al principio. Previsora como cualquier mujer decidió asegurar el futuro de ella y sus críos, sin importar que Chentito perdiera de una vez por todas la esperanza de cumplir su sueño.
Los gallos-diablos pagaron caro su atrevimiento, la noble gallinita se convirtió en una fiera y fuerte rival, alejó a su pollito de sus benefactores y a éstos les sacó hasta la risa para sus caprichos y su vida futura fuera del poder. Construyó los mas fastuosos gallineros para su familia y para ella, consiguió que a sus críos se les re-inventara su vida convirtiéndolos de la noche a la mañana en prósperos gallos de negocios y dueños de buena parte de la granja. Mientras tanto, el gallo-héroe se perdió bajo su sombra, lloró sobre la copa de un árbol sabiendo que su nombre ya no sería mencionado como símbolo de valentía y entereza, que todos lo recordarían como el gallo que tuvo en sus alas el futuro de una granja y por soñador perdió hasta sus espolones.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

FELICIDADES POR TU BLÓ!!

TE ESTARE VISITANDO!!

Anónimo dijo...

Muy ingenioso tu cuento, me gustó mucho FELICIDADES!!!!

ANAHI dijo...

tu historia me parecio buena y me imagino que fue algo que te sucedio. muy buena historia